viernes, 8 de mayo de 2009

La Vida del Osito Knut

Posando para el Calendario Pirelli.

Muchos se subieron al carro del osito Knut en el momento en que este llegó al berlinés zoo Die Zoo, pero los más puristas y entendidos en ositos lo llevamos ya siguiendo varios años, en los que se nos acusaba de frikies por tener gustos diferentes al resto. Pero los verdaderos creyentes sabemos que no es ninguna frikada seguir a Nkut, pues su vida ha sido sin duda la más emocionante vida animal desde el pato de Napoleón.

Knut nació en la capital del Polo Norte, abriéndose paso a través del vientre de su madre con poderosos mordiscos. Se encontraba solo y desamparado, rodeado de potenciales asesinos; gaviotas de nieve, zorros de nieve y perritos de las praderas nevadas (tundras). Pronto se dió cuenta de que otros animales acaparaban todos los focos de las cámaras; los pingüinos viven una segunda juventud debido a las múltiples películas y videojuegos que se hacen de ellos hoy día. Así pues, el osito Knut emprendió un viaje hacia latitudes más civilizadas. En 2005 llegó a Europa por el estrecho de Bering, siendo tal afirmación totalmente imposible.

Aunque es difícil verlo, el osito está ahí.

Tras un largo viaje en tren, durante el que se hizo pasar por un bebé humano que viajaba solo, Knut llegó a la soleada Rusia, lugar en el cual buscó trabajo sin mucho éxito. Empezó a tocar en el metro y a lavar platos por cuatro rublos, como los españoles que van a Londres con muchas esperanzas y acaban haciendo lo de siempre. Pero había algo que no convencía a Knut. No era la propia Moscú en sí, sino el stress que sufría en la gran ciudad, pues los osos polares nunca han soportado bien las aglomeraciones, como ya vimos en el film El Rey León (los osos polares no aparecen en el bautizo de Simba porque no soportan el bullicio, aunque tal cosa no se explica en la peli). Cogió su mochila Perona y se introdujo en los bosques rusos. Cuál sería su sorpresa al entablar pronta amistad con un congénere suyo no menos célebre; el divertido oso Mitrofán.


Mitrofán hace gala de su patriotismo.

El oso bolchevique le mostro a Knut el lado lúdico de la vida. Algo que era de esperar, pues si algo nos han enseñado las películas es que los osos son grandes maestros en el arte del escaqueo y la buena vida (todos descienden del oso primigenio; Baloo). Robaban frutos a los campesinos, insultaban a las truchas y montaban en monociclos con total impunidad. Pronto sus desmanes se hicieron insoportables para el resto de animales y humanoides colindantes, por lo que el gobierno ruso, liderado por Gorbachov, contrató a un experto cazador para acabar con la vida de la pareja de amigos. El nombre del cazador era Juan Carlos Primero de Borbón.

Juan Carlos, visto por nuestro artista.

Tras un emocionante toma y daca entre el monarca y Mitrofán (un juego de supervivencia basado en la inteligencia y en ponerse en contra del viento) el compañero de Knut fue abatido con un arpón de acabado nacarado, dejando de nuevo en soledad al pequeño osito polar. Aunque por elección propia, ya que la familia real española intentó convencerle para que se fuera a vivir con ellos, pues sospechaban que el heredero de la familia, Don Felipe, sufría de impotencia sexualmente hablando, y el ávido rey Juan Carlos quería hacer pasar al osito Knut por un bebé humano ante los medios periodísticos españoles. Knut declinó la oferta de un modo extremadamente educado, para estar bañado en la sangre de su amigo, queremos decir. Se dispuso entonces a buscar las siete bolas de Dragón para pedir el deseo de resucitar a su chistoso amigo, pero pronto se dió cuenta de que sin un radar especial de la marca Capsule Inc ni podría llegar a ninguna parte. Por esa razón y no por otra, Knut llegó a principios de este año a Berlín, donde se inscribió en una oferta del Infojobs alemán (Die Infojobs) que figuraba como Urge Osito Polar. Imprescindible arodabilidad 1.200 euros. Aunque, como todos sabemos, pronto abandonó esas instalaciones auspiciado por su fama, que le permitió entrar en Hollywood por la puerta grande, interpretando al compañero de Leonardo DiCaprio en la secuela de Titanic, film que narra el verdadero destino del personaje del rubio actor en la primera parte; no estaba muerto, llegó a nado al Polo Norte donde fundó una secta.

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