martes, 30 de marzo de 2010

La Pasión de Cristo contada por Él mismo

Has leido acerca de la semana de la Pasión de Cristo en el viejo y nuevo testamento y has escuchado la versión de Mel Gibson, pero lo que ahora te proponemos no tiene parangón; en las obra de una urbanización cercana a Manacor, redactores de Varelax han encontrado un texto manuscrito firmado por el mismísimo Jesucristo, algo que las pruebas grafológicas confirman. Se trata del testimonio en primera persona de su semana más importante, aquella que cambió el rumbo de la humanidad tal y como la conocíamos. Sin más dilación, os dejamos con la traducción del texto, en gallego en el original;



LUNES

Me gustaría decir que este lunes de mierda empezó con el ruido del despertador, pero el Excelentísimo Ayuntamiento de Jerusalem ha visto a bien abrir en canal toda mi calle y llenarla con el ruido de unos obreros que empiezan a trabajar media hora antes de que el "Sweet Child of Mine" de mi despertador hiciera su jodido trabajo. La última vez que salgo un domingo, cómo no.

Es curioso como mi madre siempre deja a mi creación el desayuno. Sí, puedo multiplicar el pan, pero si el pan multiplicante es cero, el resultado es el mismo. Esta mujer se ha acostumbrado a los milagros y ya ni pasa por el Spar. Tendré que desayunar en el bar de San Miguel. Otra vez.

Mi voluntad estaba en el salón recreativo, pero mi cuerpo estaba obligado a ayudar a mi padre en el taller si queria mantener sus broncas apagadas y la paga semanal en mi bolsillo. Arrastrando los pies entre en el local y ayudé barnizando unos triglifos y tallando unas metopas de madera para un matrimonio judío de la cercana Gerizim.

Cuando salí de trabajar pensé en pasarme por donde Maria Magdalena, pero mi padre insistió en que tenía que ayudarle a llevar a casa venticinco canastas de mimbre y oropel, con lo que me jodió el plan y estaba en la cama a las 10 viendo una pelicula. Bah, es lunes, pense. Quién me iba a decir que la semana iba a ir a mucho peor.


MARTES

El dulce sonido de unos gansos silvestres en migración me condujo a la vigilia en lugar del despertador. Le habia dicho a mis padres que iba a pasar el dia ayudando a los del refugio de animales de Calneh, pero no era mas que una jodida patraña para pasar el día en la cama de Magdalena con la única compañía de unos discos de jazz y una botella de Marqués de Cáceres que conservaba de las bodas de Kanah y que tenía guardada tras los frascos de lentejas en almibar de mi despensa.

El plan funcionó al menos la primera hora, pero Magdalena era esa clase de mujer que enrrosca su ego a tu voluntad y la agita como si fuera un pulpo intentando abrir un tupperware lleno de sabrosos camarones. Ya sabes a que me refiero. Se calentaron algunos animos, se alzaron algunas voces y se dieron algunos portazos. El vino recorría mis conductos sanguineos como Jamiroquai surca carreteras comarcales catalanas a bordo de un coche llamado Irresponsabilidad. Y la irresponsabilidad lleva a la Curva del Fracaso.

Entré en el bar de San Miguel con la confianza que da haber tenido sexo recientemente sumada a la que nos da el alcohol. Empecé a beber y recuerdo estar rodeado de Natanael, el hijo de Nehemias, Oseas el panadero y ese muchacho Lot.


MIERCOLES

El despertador terminó de destruir mi cerebro. Lo lancé a la Esquina de la Ropa e intenté recomponer la noche con lo poco que recordaba, pero era igual de fácil que resolver el panel final de la Ruleta de la Fortuna con tan sólo una vocal. Mientras encendía un cigarro comprobré el móvil y se me encogió un poco el culo cuando vi un único sms de San Miguel; vaya cómo te pasas.

Mi reflejo en el espejo no es que me devolviera la tranquilidad; mi labio inferior estaba manchado de sangre seca, lo que me llevó al malestar e irritación que tenía en los nudillos. Intentando olvidar todo eso, bajé a desayunar y cuál sería mi sorpresa cuando vi que un guardia civil me esperaba junto a mi madre en el salón. Mi padre, cabizbajo y sentado en su tresillo ni me dirigió una mirada.

El agente me explicó, ya que yo era incapaz de recordar por mi mismo, que la pasada noche tuve una disputa en el bar con un muchacho llamado Anás acerca de quién era más fan de Tron, y la cosa acabó en las manos como ya todos habíamos deducido. Anás se encontraba en la Casa de Socorro de Pharpar y había interpuesto una denuncia contra mi.

En esta ciudad y esta época uno no puede esperar un juicio justo, y dos horas más tarde estaba entrando por las puertas de los calabozos de Aholiab, donde me esperaban sonrientes varios de los enemigos a los que había encarcelado en mi etapa de detective privado. Nada más llegar a mi celda me hice un ovillo en una esquina y empecé a soñar con un prado lleno de senos femeninos.

JUEVES

El jueves empezó con una hostia de buenos días. Los guardias habían hecho la vista gorda dejando entrar a mis enemigos a mi cubículo a cambio de unos dulces de hojaldre y pasas. Allí estaban Esaú, Gedeón, Absalón y el muchacho mayor de Jacobo, Isacar. Y allí se pasaron dándome de hostias toda la mañana, usando garras de tigre, patadas de mantis, puños norteamericanos y un mazo fabricado con la columna vertebral del desgraciado que vino antes que yo. Durante todo el día aguanté un calvario de golpes, de insultos, de faltas de respeto intolerables y algún escupitajo de los guardias, que se unieron risueños a la fiesta.

El buen Timoteo, el hijo mediano de Caleb y médico de la prisión, vino en mi rescate acompañado de un botiquín y de unos señores de Amnistía Internacional, pero ya era tarde. Pasé la tarde en la camilla sin mediar palabra y acordándome de más de uno que acabaría acordándose de mi, pero en las primeras horas de la madrugada me dio un Maricharlar y perdí un poquito la consciencia.

DOMINGO
¿Domingo?

Sí, DOMINGO

Tres días tres tardé en volver a abrir los ojos. Allí estaba el médico, mi madre y unos señores de España Directo. Sin ni tan siquiera preguntarme cómo estaba me contaron que había pasado tres días en coma y que eso era un caso clínico bastante especial y que yo era pionero en tenerlo. Consistía en pasarse out 72 horas, que debían coincidir con las del viernes, el sábado y el domingo. Lo que en términos médicos se llama un jodefindes, por supuesto, no me iba a pasar eso a mi un lunes. Me hicieron unas fotos para la clase de revistas que encuentras en una sala de espera y me dieron el alta.

Encendí un cigarro en la puerta del hospital pese a la oposición de mi madre y unos niños me asaltaron preguntándome si era yo quien le había partido la boca al mamón de Anás. Chulesco les dije que sí y se volvieron locos de alegría, ya que el tal Anás era un capullo de cojones, y me tiraron flores y regalaron viandas y me agasajaron con un ramo de alfalfa y hortalizas varias. Bien es cierto que exageré bastante la historia de mi pelea, pero mi magnetismo personal y la manera en que cuento mis anécdotas me hizo ganar bastantes amigos de nuevo en el bar. Y en la calle. Y en todos lados. Empecé a ligar un montón y dejé de ayudar a mi padre en el taller, pasando los días en los banquitos, rodeado de todo el que quisiera escuchar mi cada vez más exageradamente épica historia. Estoy recibiendo ecos de que el relato cala y cada persona que lo cuenta añade otro rival más a la pelea del bar de Miguel y algún detalle por aquí o por allí.

Pero espero que a las generaciones futuras les llegue como fue y como aquí la cuento, que no se tergiverse más allá de lo que es. La historia del tío más chulo de Jersusalem.

9 comentarios:

  1. "acerca de quién era más fan de Tron".

    Pocas disputas más fieras puedo imaginar.

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  2. Veremos si no tenemos otra guerra santa a raiz del estreno de Tron 2.0. AÏE.

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  3. Hablas el lenguaje de la juventud Varelax

    Eso te hace guay

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  4. Lo imaginaba, gracias por dar a conocer esta gran verdad. El Papa esta conmocionado.

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  5. Púdranse y tráguense un galón de amoniaco para que se les quite lo sacrílegos y vean por su propia cuenta el pago que van a recibir por sus blasfemias. Malditos hijos del diablo espero que se retuerzan junto con su padre en el lago de fuego.

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  6. Llevo ocho años leyendo esta historia en cada semana santa, y es como el primer día. Una joya.

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